Había querido conocer Quito desde que llegué a Ecuador.
Entré por Guayaquil e inmediatamente comencé a trabajar como docente e
investigador en la Universidad de las Artes. Me habían comentado maravillas de
Quito, sobre todo de su arquitectura colonial, de sus centros nocturnos y de su
alto nivel y variedad en cuanto a movida cultural se refiere. Así que
participar como ponente en Mixtura’ 17 se presentaba como una oportunidad para
conocer la ciudad.
Para
llegar en transporte público a Cumbayá en donde está la Universidad de San Francisco de Quito, hay que coger en la estación de Rio Coca
el autobús que va a Cumbayá. Si no hay tráfico en 15 minutos uno se encuentra
en la parada del Centro Comercial San Francisco, se ve a mano izquierda yendo
desde Quito. Uno se queda en la parada, cruza la avenida y allí mismo está la
entrada principal de la Universidad de San Francisco.
El congreso de Mixtura ’17, como buen evento de
pensamiento artístico, social y cultural, lejos de responder y aclarar dudas
generaba muchas preguntas y cuestionamientos. ¿Puede el rock and roll ser útil
y salvar a la academia? ¿Cómo se difundirá y se venderá la música en los
próximos cinco años? Los derechos de autor, ¿serán una ayuda o un estorbo para
la generación de nuevas propuestas? ¿Está viva la música de origen africano en
los mass media de la nación?
Mixtura’17 fue un evento organizado por el decanato de comunicación de la Universidad de San Francisco con sede en Cumbayá, es decir, a las
afueras de Quito. En el congreso se dieron cita respetables y destacadas
figuras de la producción musical y la comunicación quienes dedicaron su tiempo
para disertar sobre la actualidad y el futuro de la música desde los distintos
tópicos de la cultura.
En
Mixtura’17 se dieron cita la DJ Riobamba Sara Skolnick con su ponencia sobre Creación,
identidad y diáspora digital y un taller sobre Identidad, política y música
digital. Estuvo también Jez Collins de la Universidad de Birminghan con su
ponencia titulada Don´t do it yourself,
do it together! En lo personal me impresionó porque este investigador
estuvo algunos meses en Caracas estudiando el movimiento del Hip Hop y es un
poquito triste enterarse fuera de tu país de las cosas maravillosas que hay.
Estuvo presente también el profesor Kembrew McLeod, de la Universidad de Iowa
con su ponencia Sampling, Licensing and
Freedom of Expression: Surveying and Critiquing the Contemporary Copyright Clearance
System, el maravilloso mundo del Copyright y Copyleft.
Dentro
de las conferencias pudimos escuchar a Atawallpa Díaz Ricaurte con su
presentación sobre Geopolítica de la cultura. Francisco Valdivieso (AKA
Fabrikante) nos mostró un mundo extraordinario a través de su propuesta de
sonidos orgánicos. La conferencia de Danilo Arroyo fue para mí especialmente
reveladora. Su conferencia Experiencia Tsáchila me ha incentivado a estudiar y
explorar la música de Santo Domingo de Tsáchila y quizás me lance algunos días
para grabar in situ esta música
ancestral.
Los
conversatorios estuvieron divididos por temáticas. El primer conversatorio fue
sonre Tecnología y derechos de propiedad intelectual, dictado por Willy Mena,
Edgar Castellanos y Jorge Asanza. El segundo conversatorio fue sobre Música e
identidades en transformación, con Lindberg Valencia, Caye Cayejera y Alejandro
Mendoza.
El
primer día hubo tres mesas simultáneas de ponencias académicas en donde se tocaron las siguientes líneas de
investigación. En la mesa 1: Música, gestión y producción, estuvieron Marcelino
Sedano con el tema: “El underground sinestésico: cultura tecno,
desindustrialización y performance audiovisual digital”; Vanesa Bonilla con su
ponencia “De la industria cultural a las políticas públicas: aproximaciones a
la construcción de una política cultural en Ecuador”. Miguel Ángel Armenta
López con “Gestión de redes y circuitos para festivales: Del ¡Hazlo tú mismo! Al
¡Hagámoslo juntos!” y por último, Miguel Loor y Juan Pablo Viteri con “Medios,
gestión e investigación de música independiente”. Esta mesa prometía y creo que
fue una en la que hubo mayor cantidad de asistentes. Lo malo de mesas
simultáneas es que aparece el fenómeno económico de ‘costo de oportunidad’, es
decir, si vas a un evento, te pierdes del otro y hay que tomar la decisión
adecuada según tus gustos e intereses. La mesa 3 fue de Música e identidades en
transformación (hablaré de la Mesa 2 más adelante pues en ella yo estaba metido
con mis mujeres tropicales). En la mesa 3 participó Laura Mercedes Martínez
Salcedo con “El canto como una práctica de memoria y reproducción de la vida
cotidiana campesina en Las Pavas. Colombia”; Inkarri Kowii con “La música como
escenario de los cambios culturales kichwas: una lectura desde el Tinkuy”;
Pablo Rodríguez con “Encuentro de ritmos tradicionales ecuatorianos con
distorsiones del mundo”; Delfina Magnoni con “Música, paisaje sonoro y
relaciones de alteridad: experiencias compartidas con los Napo Runa”.
En
la Mesa 2 dedicada a Música e identidades en transformación estuvimos María
Fernanda López Jaramillo con su ponencia “Hacer punk en el puerto o como me
convertí en una sabandija de la 18. Breves aproximaciones a la movida under en
Guayaqui, Ecuador”. Ignacio Espinosa con “Retando la reproducción de
desigualdades: ‘la fiesta’ en Quito”. María Cecilia Picech con “Yo soy la
Escuelita, el futuro, la esperanza de mi vida: el Hip-Hop como ‘palanca’
personal y colectiva de jóvenes en Quito”. Y estuve yo con la ponencia: “Cuatro
casos de estudio sobre la figura de la mujer en la música tropical entre los
años 40 y 60”. Nuestra mesa a pesar de que parecía que los temas no se tocaban,
llegaron a estar más interconectados de lo que realmente parecía. En lo
personal sentí que como grupo nos integramos muy bien y cuando se abrió el
espacio para el debate llegamos a conclusiones similares a pesar de la
diversidad de los tópicos tratados. Fue para mí un verdadero honor haber
compartido con tan excelentes investigadores y haber conocido a María Fernanda
quien es mi colega en la Universidad de las Artes y trabajó un tópico que yo
había abordado el semestre pasado como lo era el punk como fenómeno social,
político y cultural.
Los miembros de la mesa 2, de izquierda a derecha: Ignacio Espinosa, María Fernanda López Jaramillo, María Cecilia Picech y yo.
El
congreso estuvo excelente, tanto así, que no me quise perder ni un momento de
las actividades y conferencias que habían a lo largo del evento. Esto fue
negativo en cuanto a mis intereses de conocer la ciudad, pues dediqué tiempo a
trasladarme en la Ecovía e incluso realicé el trayecto Terminal Río Coca hasta la Terminal de Quitumbe. Tardé casi
tres horas en trasladarme por transporte público (Ecovía) porque era viernes
6:00 pm de la tarde. Llegué a Quitumbe a las 9:00 pm justo para comprar el
último boleto que salía para Guayaquil a las 9:30 pm, llegando a Gye a las 5:30
am.
Descubrí
que Mixtura’17 era el primer evento con esas características que realizaban los
organizadores, al parecer, anteriormente habían hecho ‘mixturitas’, eventos
pequeños pero le auguro un éxito y una proyección contundente en los próximos
años.
Este perro me lo topé varias veces por la Universidad San Francisco, realmente habían dos iguales. Han sido los perros más grandes que he visto hasta ahora, no se aprecia el tamaño en la foto, pero aquí lo dejo como recuerdo.
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